El llanto es una forma de comunicación llamativa y excepcional, característica del Homo sapiens. Buscando sus raíces evolutivas, Oren Hasson, biólogo de la Universidad de Tel Aviv, en Israel, ha llegado a la conclusión de que cuando las lágrimas nublan la vista, nos volvemos más indefensos. En otras palabras, lanzan la señal de que "agachamos la cabeza y admitimos necesitar ayuda"; así despertamos en los demás sentimientos de empatía. El llanto contribuye de ese modo a fortalecer las relaciones humanas y a cohesionar la comunidad, concluye Hasson en la revista Evolutionary Psychology.
Un experimento reciente llevado a cabo por Michelle C. Hendriks, de la universidad holandesa de Tilburg, parece darle la razón: tanto hombres como mujeres se muestran más predispuestos a brindar apoyo a personas llorosas, incluso si admiten que les caen mal y que verlas en ese trance les generan emociones negativas.
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