Disfrazar
la realidad es un arma psicológica que mejora nuestras expectativas
vitales, pero entraña riesgos, según los expertos.
Todos usamos máscaras ante el espejo para disimular los defectos y sentirnos cómodos
en nuestra piel. Esta estrategia intriga a neurólogos, psicólogos y
antropólogos, y estudios recientes han descubierto, por ejemplo, que no
nos importa saber la verdad de algunos aspectos de nuestra vida y
personalidad mientras que de otros hacemos lo indecible por ocultarlos.Así, solemos ser sinceros en cuestiones que no afectan a nuestra
autoestima,
pero en caso contrario no dudamos en recurrir al más indulgente lifting
psicológico. Jonathan D. Brown, psicólogo social de la Universidad de
Washington, cree que, en las cuestiones que podrían generarnos
culpabilidad, solemos maquillar la verdad para no caer en la vergüenza y
la autocompasión.
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